
Hace unos días el mundo estaba revolucionado con la Super Luna . Familias enteras andaban buscando un sitio especial para contemplarla en toda su magnitud, se limpiaron los objetivos de las máquinas fotográficas, se revisaron de nuevo las películas del hombre visitándola por primera vez y todos estudiamos y aprendimos los ciclos de acercamiento del astro a la tierra.
Yo también estaba preparada para no perderme la gran oportunidad de contemplar un fenómeno único. Para mí es algo muy fácil porque el gran ventanal que tengo sobre mi cama, me permite contar las estrellas, sentir la lluvia en la cara, tocar las nubes y tostarme al sol. Lo que no sabía es que la Super Luna me iba a traer los problemas que me trajo. No he podido contarlo antes, porque aún me estoy recuperando y porque sé que muy pocos me van a creer.
Todo comenzó la noche de 12, la luna era creciente todavía, pero su brillo anunciaba lo que estaba por venir, la observe hasta las 2 de la mañana. Su luz era tan intensa que al final tuve que levantarme y cerrar la persiana porque no podía dormir. La mañana del 13 me desperté con una sensación diferente a todas las que había vivido hasta ahora, mi habitación estaba llena de una energía especial que hacía que todo pareciese nuevo y brillante, estaba rodeada de una luz muy blanca que contrastaba con la sensación cálida y acogedora que trasmitía. A mi lado dormía alguien desconocido.
Normalmente me hubiese llevado un susto de muerte, porque no estoy acostumbrada a amanecer con alguien con quién no me he acostado. La verdad es que no podía entender que es lo que estaba pasando, ni cómo podía haber entrado alguien en mi cama sin que yo me diese cuenta. Estaba tan sorprendida que me quede sin habla, pero cuando mire a la criatura que estaba a mi lado y la vi tan indefensa, sola y temblorosa, recupere el habla y supe con toda certeza, que no había nada amenazante a mi lado. Mirándola con ternura le pregunte: ¿quién eres?, ¿qué haces aquí?, ¿por dónde has entrado?
Me contestó enseguida con una voz muy dulce y bajita y un acento diferente a cualquier que yo hubiese oído antes. Tuve que acércame a ella para poder oírla y, entonces es cuando vi su cara redonda con una piel nacarada y casi trasparente, sus ojos redondos se movían a la vez que sus labios, creando un efecto muy armonioso. Yo estaba tan fascinada que no podía pensar. Muy bajito, para no asustarla, le pedí que me repitiera su respuesta. Ella se puso a llorar, sus lágrimas eran plateadas y caían al suelo rítmicamente.
- Perdona, no he querido asustarte, pero es que no sabía qué hacer, tengo mucho miedo, necesitaba esconderme y me he refugiado en tu casa porque ya te conocía. Hace muchas noches que veo tu cara a través de esta ventana y he pensado que podría confiar en ti.
Le pregunte que porqué me necesitaba. Llorando me susurró:
- Estoy muy asustada, no quiero estar en el cielo, todo el mundo está esperando que me luzca en todo mi esplendor, que les dé sensaciones diferentes y maravillosas, que cambie sus vidas. Pero yo soy solo una luna, crezco, menguo, y me quedo suspendida en el cielo viendo la mirada de los niños, los enamorados y los locos que esperan que les hable.
- Sólo soy una luna que cumple con su obligación de estar en el firmamento moviéndome lentamente en mi órbita y dando nuevos temas a los poetas, no quiero dar espectáculos nuevos ni ser motivo de análisis ni debates. Solo quiero estar ahí suspendida en la noche, quedarme en silencio y darle lo mejor de mí a ese público fiel que he tenido toda la vida.
En el fondo la comprendía, pero no podía aceptar que se quedase en mi casa, tenía que conseguir que perdiese el miedo y disfrutase de la gran ocasión de lucirse que se le presentaría la noche siguiente, así que le dije, ofreciéndole un pañuelo para que se secase las lágrimas.
- Mira Luna, eso no puede ser, la noche del 14 es muy importante para todos. Las televisiones de todo el mundo están preparadas, los telediarios han guardado espacios especiales para ti, los niños se han preparado para ir a la cama más tarde. Todos te esperan, no puedes desaparecer ni quedarte en mi casa, si lo haces todos te buscarán y será mucho peor.
Temblaba y lloraba, escuchaba y padecía. –No-, me dijo -no voy a salir- y comenzó a llorar de nuevo. Decidí prepararle el desayuno, animarla y hablar con ella el tiempo que fuese necesario para tranquilizarla. Era realmente muy difícil para mí, porque yo no sabía lo que comen las lunas, ni que es lo que les gusta y mucho menos qué es lo que les alegra. Sin embargo parece que acerté: se comió muy despacito un yogur de limón y se bebió un vaso de zumo de pomelo. Me dijo que con eso era suficiente, pero yo pensé que era un desayuno algo escaso para una luna.
Le puse música de Chopin para que se animase, parecía que le gustaba. De hecho se puso a tatarear algunas notas, pero luego se desanimó de nuevo repitiendo el llanto más triste que yo haya oído jamás.
Entre prepararle un baño de espuma, arrullarla y mimarla, ponerle música, hacerle la comida y conseguir que parase de llorar se me fue la mañana en un instante. Desde luego no le deseo a nadie que pase por una experiencia cómo la mía, porque nadie está preparado para responsabilizarse de algo tan grande cómo una Luna y mucho menos yo, que siempre tengo la nevera vacía.
Después de hacer todo lo que os he contado, vino la parte más difícil: convencerla de que saliese a cumplir con su obligación. Esa noche tenía que lucir esplendida porque era la noche del día 13 y millones de personas estarían ya mirando al cielo para entender que es lo que iba a pasar la noche siguiente. .
Le hablé de la tarea tan magnifica que le habían otorgado, de los cambios en las mareas que ella producía, los partos que generaba, de la compañía que daba a los pescadores, de la cantidad de música que se había compuesto gracias a ella, de como hacía que las noches de los solitarios fuesen más llevaderas y de todo lo que se me ocurrió para animarla. Con eso conseguí que sonriera un par de veces, pero en cuanto le hablaba del su papel de Super Luna, se ponía a temblar y a llorar de nuevo con una pena tan honda que rompía el corazón.
Después de mucho pensar se me ocurrió algo que quizás la convenciese y le enseñe una foto del Sol.
- Escucha, le dije: si tu no sales, el sol se va a despistar y no sabrá que hacer, le vas a dejar muy solo y desorientado, te buscará y si no te encuentra te esperará sin salir a darnos luz y calor.
- Si tu no sales los bebés se retrasaran y Ulises nunca encontrará a su Penélope, los lobos no podrán aullar en las frías noches de inverno y todos los locos se volverán cuerdos.
Así seguí detallándole desgracias y catástrofes durante dos horas. A las 4 y media me dijo: es verdad no puedo fallar, me voy –dijo- y lanzó un suspiro que hizo que todas mis plantas creciesen al menos 10 centímetros de golpe. Despacio, comenzó a alargarse hasta convertirse en un gran sabana, redonda y blanca que desapareció yéndose por la rendija de mi ventana.
A las 7 de la tarde miré al cielo y allí estaba, casi llena, reluciente y maravillosa, le envié un beso y aunque no pudo responderme, sé que eso le animó. Esa noche me dormí enseguida pero me desperté muy temprano con la misma sensación de la mañana anterior. Allí estaba la luna de nuevo a mi lado, está vez con más lágrimas en los ojos y la manta tapándole casi toda la cara. Volví a vivir un día terrible, bastante peor que el anterior, porque esa noche era el gran acontecimiento y no podíamos fallar, ella tenía que vencer el miedo y yo tenía que conseguir animarla para que lo venciese.
Desayunó y vi que tenía bastante apetito, así que al zumo de pomelo le añadí unas rosquillas que me había hecho mi tía la semana pasada. Cómo ya tenía algo de experiencia en lunas, repetí todos los rituales del día anterior, pero cuando acabe de bañarla se metió debajo de la cama y me dijo que no quería salir. Así que tuve que ponerme a cantar y tocarle la guitarra intentando que saliese, pero nada, no conseguía quitarle el miedo. Al final tuve que ponerme dura: saque el aspirador, lo encendí y le dije –mira Luna, como no salgas en 2 minutos te dejo aquí dentro para siempre y ya verás lo que es sufrir- . Muy despacio empezó a salir de su escondite con una carita de pena que rompía el alma. Le di un abrazo, la mecí y le canté muy despacio, pero no dejaba de temblar.
Yo ya no sabía que es lo que podía hacer para tranquilizarla, así que fui probando todo lo que se me ocurría: hicimos una hora de yoga, otra de meditación, nos pusimos a jugar al parchís y al final le leí el Principito porque supuse que se sentiría muy identificada con la historia. Parecía que se iba animando, pero en cuanto le decía que se tenía de preparar para su gran noche, comenzaba a llorar con unos lagrimones que llenaban el suelo de charcos plateados y el corazón de una compasión infinita.
Al final le leí una carta del Sol en el que le hablaba de cuanto la necesitaba, cómo la esperaba cada día, cada minuto y cada segundo y de cómo dependía de su existencia. En la carta que, cómo os imaginareis, estaba escrita por mí, él le decía que él no sería Sol si no existiese ella y le prometía que si conseguía ser una Super Luna por una noche, él sorprendería a todos siendo un Super Sol que entraría por todas las ventanas con una luz cálida y alegre. Fue entonces cuando la Luna, sonrió por primera vez y, al igual que el día anterior, se fue a cumplir con su obligación, puntualmente, con tiempo suficiente para recorrer su trayecto hasta quedar suspendida en el firmamento iluminando la montaña con su luz suave y envolvente.
No olvidaré nunca, la noche del 14 de Noviembre del 2016, la pasé mirando a mi ventana, viendo una luna grande y magnifica y escuchando las notas las notas del Claro de Luna. La miré pero sobre todo la admiré por valiente, porque consiguió vencer el miedo y porque a pesar de su angustia, cumplió con lo que se esperaba de ella, regalándonos a todos magnificas imágenes y recuerdos.
A partir de ahora miraré la luna nueva, la creciente y la menguante y la admiraré siendo grande o pequeña, brillante u opaca, la veneraré por su generosidad y porque que su grandeza estará con siempre con ella aunque no siempre se le pida que sea una Super Luna.

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